Entre las muchas cosas que debemos aprender de las hadas, podemos aprender su apego a la naturaleza. No sé si su comida es más rica que la nuestra, pero sin duda es más natural y mejor para la salud. Como en todo les gusta lo natural, rechazan los alimentos elaborados de los mortales, los precocinados, congelados, y seguro que se echan las manos a la cabeza con la manipulación genética de los alimentos. Que conste, no estoy dando mi opinión. Una, que es de ciudad, compra las judías verdes no sólo limpias y cortadas, sino congeladas. Pero comprendo que, desde la óptica de estos seres, es una aberración contra la naturaleza, y quizás no se equivoquen.
Varios son los alimentos básicos en su alimentación: las verduras, la fruta, la leche, el trigo, y como golosina la miel. Podríamos decir que son vegetarianas, ¿cómo imaginarlas matando a un animalito para comerlo? Prefieren las hojas y raíces de los árboles, los tallos de brezo, y seguro que saben sacarle mucho partido a las hierbas.
El trigo, que convierten en pan, parece ser que es otro de sus bocados predilectos. Y nos preguntaremos, ¿de dónde sacan la harina? Pues la roban de los hombres, así de simple. Desde la óptica humana el robo es un delito, pero, ¿qué hacer si no tienes harina y la necesitas para el pan? Pues robarla, su lógica es aplastante. También parece ser verdad que cuando las hadas cometen un pequeño hurto luego lo devuelven, y siempre son generosas. En un relato se cuenta cómo la harina la guardan en un tarro de cristal muy especial, y por mucha harina que saques vuelve a estar lleno de nuevo. Así es fácil llegar a fin de mes.
En un relato inglés se cuenta cómo estaban unos bollitos dejándose hacer en un horno cuando veían que se quemaban, entonces los bollos de pan gritaban: “ayudadnos, ayudadnos, que nos quemamos”, y una niña buena los sacó de allí para que no se quemaran. Como vemos, incluso sus alimentos pueden tener poderes especiales.
La leche, ¿hay alimento más natural que la leche? para ellas es un manjar. Les encanta, pero disfrutan tomándola directamente de la vaca. En ocasiones, estas vacas no corretean libres por el prado, sino que están en un establo y tienen dueño. No creo que les haga mucha gracia al hombre levantarse a las seis de la mañana para ir a ordeñar a las vacas y ver que no tienen leche porque las hadas se le han tomado. Lo peor es que suele suceder muy a menudo.
Tanto les gusta la leche, que una de las cosas que más agradecen es que por la noche, antes de acostarse, les dejen un vaso de leche en la mesa para que, cuando todos duerman, ellas puedan salir a tomarla. Dicen que si un hombre hace esto, ellas bendecirán su casa.
La fruta también les gusta, sobre todo las manzanas, que cogen directamente de los árboles. Pero para ellas, lo más de lo más, es la miel. De nuevo les gusta tomarlas del modo más natural, directamente del panal de las abejas. Lo que ya no sé es cómo tomarán las abejas que les roben su miel, esto no nos lo han contado.
Esta es la alimentación que nos imaginamos en las hadas de los bosques, las más naturales de todos. Cuentan que en la mesa de las hadas aristocráticas nos podemos encontrar platos ricamente adornados y cocinados, pero parece ser que para ello hacen uso de su magia. Incluso dicen que les echan especias.