LABORES



Nos puede llevar a error la imagen idílica que tenemos de las hadas, dulces, mágicas, rodeadas de música y entretenidas en juegos y bailes. Esta idea no es falsa porque sea mentira, sino porque es una verdad a medias, y una verdad a medias también puede ser una mentira.
“¿Dijiste media verdad?
         Dirán que mientes dos veces
         si dices la otra mitad.”
                   (Antonio Machado en Proverbios y Cantares)

Y es errónea esta afirmación porque además de cantar y bailar ayudan a los hombres en el campo, en la recolecta, tejen, algunas son hilanderas, otras matronas, muelen grano, cocinan, hacen mantequilla, algunas son guardianas de los bosques, otras de los ríos, protegen a los animales y plantas, otras acompañan a los ancianitos y solitarios, ayudan en las labores del hogar, aunque eso sí, y no podemos negarlo, otras dedican su tiempo a mirarse en el espejo mientras peinan su larga cabellera.

Los hombres del campo las conocen porque en ocasiones notan su presencia mientras trabajan. Dicen que son muy rápidas y constantes en todas sus labores. En el campo unas veces echan una mano en las labores de labranza, como en la recolecta, otras ejercen su control sobre el tiempo protegiendo las cosechas.

Uno de los oficios comúnmente  asociados a las hadas es el de hilanderas, donde son las mejores. En esta ocupación destacan por la habilidad  y calidad de sus hilados, esponjosos y apenas manoseados. En muchos cuentos el huso y la rueca de hilar son protagonistas, como en el de La Bella Durmiente, que la niña es condenada a pincharse con la rueca. Por cierto, tanto Perrault como Grimm tienen una versión de este relato, aunque los Hermanos Grimm la llamen Rosa-con-Espinas.

Son tan expertas en este arte que han montado una hilandería que dirige Habetrot, una vieja hada que ayuda a las jóvenes humanas poco diestras en la materia.  Un antiguo cuento inglés nos relata su habilidad.